sábado, 2 de mayo de 2009

El mundo al revés.

Llovía y mi sueño no podía subirse al tren e irse. Corrían las horas y las cotas de lluvia se aplastaban contra la ventana. Manzana. Quise comerme una gran manzana y ver las gotas caer en mi cara.
Fue cuando me levanté de la cama y salí corriendo hacia la nada, donde conocí a un arquitecto que tenía el proyecto de bajar una estrella del cielo.
Ví a un gato negro que se reía motivado por el viento y encontré a un caracol, que vivía en una planta de algodón. Era vecino de un gusano que iba todos los veranos a Urano.
Pasando el puerto, encontré un huerto donde recogí un nido, que había un pollito que decía "pío".
Conocí a un león que no tenía corazón y a un lagarto que se creía gato.
Lo criaba una oveja, que era adicta a las fresas y cuidaba un jardín lleno de sandías frescas, cuyas pepitas eran mariquitas.
Conocí a un jardinero, que plantaba rosales negros y a un capitán que comandaba barcos en alta mar. Comí ciruelos con un príncipe que se pasaba el día durmiendo boca abajo en un enorme globo de gas.
Ví una ardilla que sentada en su silla, componía canciones de amor, una distinta para cada estación; invierno, otoño, verano, primavera, ella nunca apagaba la vela.
El perro maullaba, el gato ladraba, el burro cantaba, el pájaro aullaba, un mundo distinto, todo el mundo pegaba brincos.
Pisé un escorpión que se dedicaba a la natación y me crucé con un pez, que tenía dos pies.
Encontré un diente de león, soplé y todo se acabó.
Era un mundo ideal, en un espacio irreal, un mundo al revés de la cabeza a los piés. Quedé en mi cama sentada, intentando volver a ser carnada de la gran imaginación que guarda mi corazón.
Triste y desolada, queriendo ser de ese mundo, esperaba en el tren nuevamente, el que recoge a la gente y les envuelve la mente, de fantasía, sueños, ilusiones y un amor latente.

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