lunes, 7 de septiembre de 2009

Descenso astral II

Entonces, intentando comprender: ¿es que hay que estar como el cubo de la rueda en mitad de la encrucijada? ¿Sirve de algo saber o creer saber que cada camino es falso si no lo caminamos con un propósito que ya no sea el camino mismo? No somos Buda, aquí no hay árboles donde sentarse en la postura del loto. Viene un cana y te hace la boleta.

Es decir un mundo satisfactorio para gentes razonables. ¿Y quedará en él alguien, uno solo, que no sea razonable? Aparte de mí, claro.

En algún rincón, un vestigio del reino olvidado. En alguna muerte violenta, el castigo por haberse acordado del reino. En alguna risa, en alguna lágrima, la sobrevivencia del reino. En el fondo no parece que el hombre acabe por matar al hombre.

Se le va a escapar, le va a agarrar el timón de la máquina electrónica, del cohete sideral, le va a hacer una zancadilla y después que le echen un galgo. Se puede matar todo menos la nostalgia del reino, la llevamos en el color de los ojos, en cada amor, en todo lo que profundamente atormenta y desata y engaña.

Wishful thinking, quizá, pero ésa es otra definición posible del bípedo implume.