jueves, 30 de abril de 2009

La Metamorfosis

Puedo basarme en una própia metamorfosis para determinar mi grado de integridad. Teniendo mi misma identidad podría pasar de ser un gusano de seda a una hermosa mariposa pero disfrutando de su belleza física pocas horas, la misma historia de la cenicienta quien disfrutó del maravilloso hechizo durante unas horas, se terminó por acabar antes de lo que ella creía. La mariposa después de su metamorfosis muere, haber esperado tanto tiempo para el gran momento de poder despegar del suelo para convertirse en una mariposa con alas de colores, hermoso ser vivo. Yo, ¿a mí que me esperará? una metamorfosis espiritual que ayude a reflejarse en mi físico, guiada por los elementos naturales... no sirve de nada. Polvo fuimos y en polvo nos convertiremos.

Fusión

Toco tu boca, con un solo dedo, la dibujo en el aire de nuevo. Como si dejara un leve camino de suave luz en tus labios que se entreabren despacio, esperando que mis labios se unan una vez más, infinitamente a los tuyos, que cada línea de mis labios encaje a la perfección con cada línea de los tuyos, como si de un rompecabezas se tratara.

Dibujo con mi mano tu cara, cada expresión, cada borde y curva de tu cara. Intento memorizar cada parte de ella, que quede para siempre grabada en la caja fuerte de mi memoria.
Miro tus profundos y expresivos ojos verdes, con mis pupilas clavadas en tus pupilas, observando con detenimiento cada tonalidad de color distinta que tienes en el iris, esa membrana de intensos colores que cambian con la luz, entro a tí através de los ojos y sientes como si una ráfaga de millones de peces moviéndose penetran tu piel hacia llegar a tu estómago. Tu piel, tan tibia, suave y rosada, donde con un solo dedo puedo encender en tí sensaciones cósmicas. Vuelves a sentir ese cosquilleo, y los poros de tu piel se levantan, dejando áspero lo que era suave.
Me miras una vez más, me vuelves a mirar y repites el procedimiento infinitas veces. Es cuando empezamos a jugar a la musa y al titán, tu inspiración, tu todo.
Me basta con cerrar los ojos para llegar hacia el fondo de tu alma y tocar hasta el recoveco más incógnito de tí y jugar con cada suspiro que regalas al aire.
Entonces mis manos buscan desesperadamente hundirse en tu pelo, mis labios buscan tus labios y mi cuerpo se fusiona con el tuyo... y es ahi cuando me sientes temblar como suave y disimulada la vibración de la tierra al girar sobre su eje.

martes, 28 de abril de 2009

El silencio

El silencio de esta noche es distinto al de noches anteriores... será que me tomé el tiempo por encontrar por qué nunca hubo un silencio total. Respiro, dejo mis dedos quietos sobre la mesa, miro y ahí estaba, colgado de la pared ese maldito reloj de tic-tac, que no todos lo percatan, pero a mi me perfora el cerebro por las noches sin dejarme dormir, sus agujas marcan las seis y quince de la madrugada y yo con los ojos enormes y con un principio de nerviosismo crónico.
Dejarlo sin vida disimuladamente sería la solución perfecta. Quitarle una pila, aquella pequeña-cilindrica pila que puede contener tanta energía como para mover un aparato. Aún tirada en la cama lo miro, pensando y calculando mi plan de ataque contra el reloj, ese absurdo reloj que no marca nisiquiera la hora exacta, de todas maneras no me importa la hora. Mis ojos siguen clavados en sus agujas, mientras mi cerebro se quema pensando la solucion perfecta... "le voy a quitar las pilas" pero repentinamente me enterneció. Un reloj que enternece a una persona, un caso terrible. Ver la cara del típico gatito naranja feliz que mueve sus brillantes y grandes ojos marcando los segundos, al mismo tiempo que su cola, haciendo el clásico sonido del tic-tac... se veía realmente divino.
En ese momento entendí. Supe diferenciar mi sonido favorito en medio de la noche. Y es que no todas las noches suenan igual...